Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) han emergido como contaminantes globales de gran preocupación debido a su persistencia, bioacumulación y potenciales efectos adversos para la salud humana y el medio ambiente. Estos compuestos químicos sintéticos, con enlaces carbono-flúor, extremadamente estables, han sido utilizados durante décadas en la fabricación de envases, recubrimientos antiadherentes, ropa, etc., pero se les atribuyen ciertos riesgos para la salud humana. Conocidos también como los químicos eternos. Ante este creciente enfoque regulatorio y legislativo, ha aumentado la necesidad de realizar análisis precisos y libres de contaminantes de fondo.